
Hay cosas que me hacen sentir definitivamente joven.
En la última charla con mi abuelo me dijo: "yo sé que tengo 82, pero adentro me siento como si tuviera 18".
A la noche me llamó una amiga, me invitó a a un barcito con ella y otros amigos. Sabía que era al aire libre por la disposición de no fumar adentro, y hacía frío. Así cansada como estaba me dije "¿por qué no?". Hace un tiempo no lo habría hecho. Noche fresca y linda para conversar de cualquier cosa.
Cuando llueve y a uno no le importa si le moja el pelo o le salpica el pantalón. Cuando se chapotea a gusto sin que importe cómo se llegará a donde uno va.
Cuando cualquier cosa es motivo de risa, puede durar mucho rato, descostillar, se puede compartir, mojar el pantalón y dejarnos en el piso, ahí uno se siente joven. Aunque no se pueda levantar.
Cuando no importa cómo, cuánto, por qué ni dónde, si no que, nada, uno o una está ahí y se divierte o está contenta o conectada con lo que pasa, una es joven. Eso me parece ahora.
(...)
Y mientras escribía me surgió: ¿por qué joven, que aquí me aparece como un estado positivo? ¿sería entonces viejo o maduro o anciano lo negativo o no deseado?
No, también definitivamente. Creo que estoy pensando en la maravilla de disfrutar como un niño que, paradójicamente, debe ser un estado de gran sabiduría y madurez.
He dicho. Porque quise, y mis manos aprobaron.