““Fue a la edad de cuatro años cuando vino mi padre con su falsa sonrisa y su mano temblorosamente acariciante. “Vengo a traerte un regalo”, me dijo. “Un regalo para toda la vida”. Y me entregó el rompecabezas antes de darme la espalda y salir rápidamente de la pieza.
Comencé a colocar un cubo al lado de otro para intentar formar la figura, pero era muy complicada. Aunque parecía ser muy fácil, por más que probaba y ensayaba combinaciones no lograba dar con la figura. A la centésima combinación frustrada suspendí el juego para ir a afeitarme. A la número doscientos para ir a visitar a mi novia. A la número cuatrocientos para asistir a mi casamiento. Y cuando perdí la cuenta de las combinaciones fallidas y las esperanzas de encontrar el orden verdadero y la figura real del juego, metí el rompecabezas en su antigua caja de cartón y se la llevé a mi hijo de cuatro años. “Vengo a traerte un regalo”, le dije, “Un regalo para toda la vida”. Y me volví rápidamente para que no advirtiese la (*) infinita que contenía mi mirada.””
Daniel Ben Rafael Stawsky (1979)
Leí este texto hace años y me impactó. A los años lo leí de nuevo y lo "leí" distinto. Hoy -a pedido de Anto- decidí postear (**) y la lectura fue distinta otra vez. Me iba a poner a compartir las susodichas pero ofrezco a quien quiera que deje la suya antes.
(*) Aquí va una palabra que me tomé el atrevimiento de dejar en blanco, porque a mi gusto le da un sentido distinto al que quería: licencias bloggerarias que le dicen.
(**) Tu pedido, Anto, incentivó mi deseo de hacerlo: no te responsabilizo pero te agradezco el empujón. Definitivamente, para decidirse hay que querer.
(?) La imagen la saqué de aquí
Comencé a colocar un cubo al lado de otro para intentar formar la figura, pero era muy complicada. Aunque parecía ser muy fácil, por más que probaba y ensayaba combinaciones no lograba dar con la figura. A la centésima combinación frustrada suspendí el juego para ir a afeitarme. A la número doscientos para ir a visitar a mi novia. A la número cuatrocientos para asistir a mi casamiento. Y cuando perdí la cuenta de las combinaciones fallidas y las esperanzas de encontrar el orden verdadero y la figura real del juego, metí el rompecabezas en su antigua caja de cartón y se la llevé a mi hijo de cuatro años. “Vengo a traerte un regalo”, le dije, “Un regalo para toda la vida”. Y me volví rápidamente para que no advirtiese la (*) infinita que contenía mi mirada.””
Daniel Ben Rafael Stawsky (1979)
Leí este texto hace años y me impactó. A los años lo leí de nuevo y lo "leí" distinto. Hoy -a pedido de Anto- decidí postear (**) y la lectura fue distinta otra vez. Me iba a poner a compartir las susodichas pero ofrezco a quien quiera que deje la suya antes.
(*) Aquí va una palabra que me tomé el atrevimiento de dejar en blanco, porque a mi gusto le da un sentido distinto al que quería: licencias bloggerarias que le dicen.
(**) Tu pedido, Anto, incentivó mi deseo de hacerlo: no te responsabilizo pero te agradezco el empujón. Definitivamente, para decidirse hay que querer.
(?) La imagen la saqué de aquí
6 comentarios:
Gracias Froggies! Me encantó el texto. Admito que cuando termine de escribir el comentario voy a buscar la palabra faltante, también me gustaría saber la palabra que vos hubieses escrito. Y cada tanto un empujoncito voy a dar! besos
Anto: ¿dónde la vas a busca? Pensá en la que a vos te guste (después te la digo). Gracias otra vez por el empujoncito, y...¿no sentiste el mío? cierto que tenés que estudiar peero...dele nomás!
No lo pude encontrar! Imagino la palabra "verguenza".-
El estudio anda un poco relegado, justamente cuando tendría que estar estudiando más, pero bueh'.-
Leí el cuento hace vientisiete años, cuando fue publicado en un diario, si no recuerdo mal.
Tanto me impactó que enseguida se lo di a leer a mi padre. Ahora me gustaría no haberlo hecho.
La palabra faltante, según recuerdo, es "pena" o "lástima".
Lo que son las cosas, ¿no? Hace muy pocos días me acordé de ese cuento, no sé por qué. Deseé haberlo conservado y me pregunté cómo conseguirlo. Y ahora caigo por acá y helo ahí.
Anto:
La idea era que eligieras la que a vos te gustaba, no creía que lo encontraras en la red (yo lo busqué mucho tiempo y sólo encontré el título). Vergüenza es interesante. Cuando la borré ("lástima" es la original como dice abajo don W.H.) fue porque me sonaba muy mal, para el sentido "positivo" que le estaba viendo cuando lo leí el día que lo postié, pero no había encontrado la correcta. "Pena" me suena mejor.
Un empujoncito para esos estudios!!! (qué embole, pero después vale la pena, usté sabe).
Walter Hego:
¡Tanto tiempo, ¿cómo le va?! Creo que la primera vez también lo leí en un diario. Después resultó que los padres del autor eran vecinos así que me hice de un ejemplar, que días atrás encontré.
Primera lectura: me encantó e impactó. Segunda (también años atrás): me pareció muy crudo. Tercera (estos días): sí, tiene su crudeza, lástima no me gusta pero pena ok. Pensé en este sentido: el padre le quiere regalar todas las respuestas y sentidos a su hijo, o el juego que las contiene. Y luego se dan cuenta que pasa el tiempo y la solución no se encuentra. Peero, también ahí está lo bueno: NO HAY RECETA: no hay un camino, andá por y cómo quieras, verás cómo te va, algo saldrá...Algo así sería.
me gusto la mascara, mete onda.
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